Sin duda ante el mundo eres mi tema
mi amigo, mi hermano que mi corazón compartí
haciendo de estas palabras, un sentimiento de poema
ya que lo que hago, lo hago por tí
«Sólo por El, Ni por el yo o el tú, sino El»

Hno Alejandro


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 Era de mañana cuando tocaron a la puerta. Mi hijo estaba en la sala y abrió porque pensó que eran sus abuelitos, ellos no visitarían ese día.

 

Salió rápido para decirme que era una «comadre», mujer indígena tarahumara que vive en Chihuahua, México, que pedía «korima», ayuda.

Coloqué unas monedas en la mano de mi pequeño y se las dio. La mujer preguntó si tenía ropa y le dije que sí. La invite a sentarse en la sala junto con sus dos hijos, pues hacía mucho frío y se veía que la pasaban mal. Saqué ropa para su niñita, le di una cobija, calcetas, zapatos, leche calientita, comida y medicina par su hija que traía mucha tos con flemas.

Mi niño le regaló un juguete a su hijo y una sudadera que se puso inmediatamente, pues tenía la nariz roja y los labios morados a causa del frío. Antes de salir les dije: «Que Dios los bendiga». Al cerrar la puerta, mi pequeño me preguntó por qué los había ayudado. Le contesté que en la Biblia dice que cuando ayudamos a los demás es como si a Jesús mismo le hiciéramos ese bien. «¡Jesús estuvo aquí, él nos visitó esta mañana, hijo!», le dije a mi niño y lloré No llores mamita, debes estar contenta porque Jesús vino a nuestra casita, ¿verdad?».

El rey les responderá: «Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí» —Mateo 25:40.

Ese día fue tan especial que no lo olvidaré nunca, pues no había ayudado a alguien con tanto amor como esa vez. Con qué facilidad rechazamos a los necesitados o hacemos como que no los vemos; y peor aún, mentimos diciendo que no podemos ayudar cuando el Señor nos ha dado tanto. Que el Señor nos perdone por perdernos la oportunidad de convivir con él de esta manera. Recordemos que «hay mas dicha en dar que en recibir» (Hech. 20:35).

Por Lilia Gardea de Granados

 

 

Douglas no acepta la muerte de su padre. Fue una muerte triste, es verdad. Todas las muertes lo son; especialmente cuando se tiene 42 años de edad y muchos sueños.

Un cáncer consumió la vida del padre de Douglas. En solo un año, se fue apagando, como una vela consumida por el fuego. El golpe fue tan duro que Douglas se volvió en contra de Dios y se apartó de la iglesia. ¡Muerte! ¡Oh, muerte, ingrata y cruel! ¿Cuánto tiempo más continuarás arrancando lágrimas y sembrando desesperación?

Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. —Deuteronomio 34:5.

El versículo anterior relata la historia de uno de los más extraordinarios líderes que el mundo conoció: un gigante de la historia. Pero, los gigantes también mueren. Vivimos en el imperio de la muerte; es nuestra triste y dolorosa realidad.

¿Ya era un anciano Moisés y le había llegado la hora de morir? No, todavía tenía planes. La Tierra Prometida todavía no había sido conquistada; había sacado a su pueblo de la esclavitud y le había prometido llevarlo a la tierra que manaba leche y miel.

Pero, una noche, cuando ya estaban en la frontera, listos a entrar en la tierra de los sueños, se le presentó el Señor y le dijo: «Moisés, sube al monte Nebo». Y desde allí le mostró la Tierra, y agregó: «Mira la tierra, porque tú no pasarás para allá»

Triste final, para un soñador como Moisés. Él no había salido de Egipto para morir en una montaña solitaria; ¿por qué Dios no le daba la oportunidad de realizar su sueño?

Aquí hay una verdad que Douglas no logró entender: el mejor momento para que un hijo de Dios descanse es cuando Dios permite que descanse. Puede ser doloroso y triste; desde el punto de vista humano, puede parecer injusto y cruel. Pero, es la verdad más misericordiosa que existe. Dios nunca falla. Sus pensamientos, para con el ser humano, son pensamientos de paz y no de guerra; de amor y no de odio.

Si has perdido a un ser querido y no logras aceptar esa realidad, ve a Jesús y llora a sus pies. Pero, pídele que coloque su mano de amor en tu corazón, y que cierre la herida abierta. Confía en el Señor: él nunca haría algo para tu mal.

«Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová«.

Por Alejandro Bullón

 

Lo que Dios unió no será separado…

 

Cierto día un hombre fue a visitar a un consejero matrimonial. El hombre llevaba consigo unas páginas escritas, con todas las quejas en contra de su esposa. Después de horas de escucharlo ininterrumpidamente, el consejero no pudo evitar preguntarle:

-Si es tan mala su esposa, ¿Por qué se casó con ella?

-Porque ella no era así al principio. -Respondió el hombre

El consejero, al escuchar aquella respuesta, lo cuestionó nuevamente: – ¿Entonces me está diciendo que ella es así porque se casó con usted?

El hombre bajó su mirada al suelo y aceptó que algo estaba haciendo mal y eso provocaba que su matrimonio no funcionara.

El consejero le recomendó que fuera a su casa, le diera un abrazo a su esposa y le dijera al oído cuánto la ama.

Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer. —1 Corintios 7: 10-11

La base de la sociedad es la familia, y el núcleo de la familia es el matrimonio. Pero en la actualidad observamos como los matrimonios son destruidos por los desacuerdos, la intolerancia, el desamor o consumidos lentamente por la infidelidad.

Dios quiere que los matrimonios no sean rotos. Que se mantengan juntos en fidelidad, amor, confianza y tolerancia.

Si tu matrimonio está a un hilo de ser roto, hoy es el tiempo de dejar que Dios, con su mano poderosa comience a tejer hebra por hebra, hasta formar un fuerte lazo que nada ni nadie podrá romper.

 

Deposita tu matrimonio en las manos de Dios. Lo que él unió no será separado por el hombre.

El secreto de un agricultor exitoso

 

Cada año se celebraba el concurso para elegir el mejor producto agrícola del pueblo. Marcus llevaba cinco años consecutivos siendo el ganador del certamen. Su producto era el maíz, cuya calidad era la más sobresaliente.

Cuando un reportero le preguntó si podía contar el secreto de su maíz, él dijo: «Claro. Se debe a que comparto la semilla con mis vecinos».

Asombrado, el reportero preguntó: «¿Por qué comparte su mejor semilla con los demás, si ellos entran en el mismo concurso también?»

Lo que sucede, dijo el agricultor, es que el viento lleva el polen del maíz maduro de un sembradío a otro. Si mis vecinos cultivan un maíz de baja calidad, la polinización degradaría la calidad del mío. Para obtener un buen maíz, debo ayudar a mis vecinos para que también lo hagan.

Este mismo secreto funciona para otros aspectos de la vida. Si quieres una vida llena de paz y plenitud, debes ayudar a otros para que también la obtengan.

Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir. Lucas 6:38

 

Cuando ayudamos a los demás estamos creando una cadena de amor y bendición para todos.

 

Jesús vino a dar vida en abundancia y nosotros debemos ser instrumentos para que los demás también reciban esa bendición.

Se cuenta que un joven caminaba con su padre cuando se detuvieron en una curva. Después de un pequeño silencio, el padre preguntó al hijo:
—Además del canto de los pájaros, ¿escuchas algo más?
Durante algunos segundos el muchacho se concentró en los ruidos del ambiente y luego respondió:
—Estoy escuchando el ruido de una carreta.
—Correcto —dijo el padre—. Es una carreta vacía.
—¿Cómo sabes que está vacía, si no la estás viendo? —preguntó el joven.
—Es muy fácil saberlo. Cuando una carreta está vacía hace mucho ruido. Y cuanto más vacía está, tanto mayor es el ruido que hace.

Cuenta el jovencito de la historia que nunca olvidó la lección de su padre. Cada vez que veía que alguien hablaba demasiado o hacía alarde de sus conocimientos, le parecía escuchar otra vez la voz de su padre que le decía: «Cuanto más vacía la carreta, tanto mayor es el ruido que hace».

El inteligente no hace alarde de su saber pero el necio hace gala de su estupidez. Proverbios 12:23.

Quizás no hay mejor ejemplo de «la carreta vacía» que el de los líderes religiosos del tiempo de Cristo. A ellos sí les gustaba hacer ruido. Cuando ayudaban a un necesitado, lo publicaban a los cuatro vientos. Les gustaban las oraciones largas y en público, para que la gente los viera. Y cuando ayunaban ponían caras largas y desfiguradas, para que la gente admirara la piedad de ellos (ver Mat. 6: 2, 5, 16). ¿A quiénes impresionaban con sus alardes? A nadie. La gente los conocía bien. Y el Señor Jesús los llamó «hipócritas» (vers. 2, 5, 17).

Tú tampoco te dejes impresionar por esas «carretas vacías». Las vas a encontrar en todas partes. Quieren exhibir su «sabiduría», pero lo único que logran es hacer gala de su estupidez. Y por supuesto, no incurras tú mismo en ese error.

Tarde o temprano, la gente se dará cuenta de tu verdadero valor. Por lo tanto, no te afanes en exhibirlo. Que tu mayor anhelo sea ser semejante en carácter al Señor Jesús. Y tu mayor gloria, vivir para alabarlo.

 

Señor, permíteme vivir para alabarte, y que tus leyes me sostenga 

 

La gente de un pueblo del este de Iowa se acostumbró a ver a un pavo salvaje en el camino. —Allí está Chuck otra vez —decía alguien, sacudiendo la cabeza al ver las travesuras del pavo.

Otros, lo llamaban Jake.

No importa cuál fuera su nombre, al pavo parecía encantarle perseguir autos. Se paraba en el camino como si fuera su dueño, con las plumas alborotadas, y esperaba a que pasaran los autos. No le importaba si era un auto pequeño o un gran camión con acoplado. A Chuck (o Jake) le gustaba perseguirlos a todos.

Los conductores locales comenzaron a vigilar al pavo.

—Hay un pavo salvaje en el camino —advertían a los visitantes.

La persecución que el pavo hacía de los autos duró más de un año; y los conductores locales seguían el juego al pavo.

Un día, un extraño llegó al pueblo. Como siempre, el pavo estaba parado en medio del camino, persiguiendo a los autos. El conductor vio al pavo, tocó la bocina y trató de frenar a tiempo. Al ruido de las ruedas que rechinaron le siguió un golpe. La gente del pueblo enterró al pavo, observando que había muerto haciendo lo que mejor hacía: persiguiendo a los autos.

La moraleja de esta historia: ten cuidado con aquello que persigues.

El que procura el bien buscará favor; Mas al que busca el mal, éste le vendrá. Proverbios 11:27

La Biblia recomienda: “El que procura el bien buscará favor; mas al que busca el mal, éste le vendrá”. En otras palabras, encontrarás lo que estás buscando; como Chuck, el pavo que perseguía autos.

No busques, entonces, las cosas que son malas para ti. Y no te quedes en los lugares donde se supone que no estés. En lugar de eso, sé sabio acerca de aquello que persigues. Busca a Dios y su justicia; busca una buena relación con él. Relaciónate con personas que sean una influencia positiva. Persigue lo bueno, ¡y eso es lo que encontrarás!

 

Helen Lee Robinson  (“En algún lugar del mundo”)

50 Frases Cristianas Cortas para Leer y Compartir

A continuación comparto contigo una recopilación de 50 reflexiones
cristianas cortas para leer y compartir. Es mi oración que sean de bendición
para ti y te dirijan a la palabra de Dios. Te invito a que las medites a la luz
de la Biblia para que analices si son ciertas o no.

1. «Quita la cruz de Cristo, y la Biblia es un libro oscuro» —
J.C. Ryle.

2. “Dios no deja esperando a alguien al menos que Él vea que es
bueno que esa persona espere” — C.S. Lewis.

3. «Nuestras gotas de dolor se olvidan en el océano de las
aflicciones de Cristo» — Charles Spurgeon.

4. “Dios no puede ser producto de mi imaginación porque, para
nada, Él es lo que yo pude imaginar de Él” — C.S. Lewis.

5. «Si por
medio de un corazón quebrantado Dios puede llevar a cabo sus propósitos en este
mundo, entonces, ¿Por qué no darle las gracias por haber quebrantado el mío?” —
Oswald Chambers.

6. «Dios se propone darnos lo que necesitamos, no lo que nosotros
creemos ahora necesitar» — C. S. Lewis

7. «Santidad en los asuntos pequeños es la prueba más segura de la
verdadera santidad» — Andrew Bonar.

8. «Todo ateísmo es temporal. Se termina después de la muerte» —
Lee Strobel

9. “Un cristiano que no ora es como un conductor de autobús que
trata de empujar solo su autobús para sacarlo de un bache porque no sabe que
Clark Kent está a su lado” — John Piper.

10. “En la tierra hay muchos ateos. En el infierno, ninguno” —
Thomas Brooks.

11. «Sería más fácil contar todas las estrellas en el cielo y
todos los granos de arena en la tierra que medir o describir el amor de Dios» —
Paul Washer.

12. «Cuando creo que estoy siendo odiado injustamente busco
recordar que soy amado injustamente» — R.C. Sproul Jr.

13. «Jamás podrá haber una motivación mayor a la santidad que la
que brotó de las venas de Jesús» — Charles Spurgeon.

14. «El Espíritu Santo es el Miembro de la Trinidad más envuelto
en nuestras vidas pero al mismo tiempo el menos honrado” — John MacArthur.

15. “El mayor error cometido por la mayoría de los cristianos es
tener la esperanza de descubrir en ellos mismos aquello que sólo se encuentra
en Cristo” — A.W. Pink.

16. «Si Dios me ha amado una vez, entonces Él me amará para
siempre» — Charles Spurgeon.

17. «Tener todo lo que ofrece el mundo sin tener a Cristo, es
estar eternamente en bancarrota» — John MacArthur.

18. “Oye el evangelio, pero asegúrate de que lo oyes es el
evangelio” — Charles Spurgeon.

19. «La risa, la burla, la oposición y la persecución a menudo son
la única recompensa que los seguidores de Cristo reciben del mundo» — J. C.
Ryle.

20. «Entre más un creyente es fuerte en la Escritura, más fuerte
va ser en la búsqueda de santidad» — Steven Lawson.

21. “La libertad cristiana es la libertad del pecado, no la
libertad para pecar” — A.W. Tozer.

22. “Siempre encuentro que aquellos que son llevados por todo
viento de doctrina, son aquellos mismos que son muy perezosos para estudiar la
doctrina” — Martyn Lloyd-Jones.

23.  “Las dificultades son la comida con que la fe se
alimenta” — George Müller.

24. «Si usted es un cristiano que está viviendo una vida piadosa
en un mundo impío, sufrirá.» – John MacArthur.

25. «Hay solamente dos clases de personas: los muertos en pecado y
los muertos al pecado» — Leonard Ravenhill.

26. “Mi memoria se ha casi ido, pero recuerdo dos cosas: Que soy
un gran pecador y que Cristo es un gran salvador” — John Newton.

27. “Cuando entiendo que todo lo que me ocurre es para hacerme más
como Cristo, resuelve una gran cantidad de ansiedad” — A. W. Tozer.

28. “Si no conoces a Dios como completamente satisfactorio,
entonces no lo conoces” — John Piper.

29. «No importa cuán profundamente usted haya caído, el amor y el
perdón de Dios van más profundos» — David Wilkerson.

30. “Cristo no va a vivir en tu corazón si al mismo tiempo
hospedas al diablo en el sótano de tus pensamientos” — Charles Spurgeon.

31. “Fe privada en un rey resucitado es prácticamente imposible” —
David Platt.

32. «Si tu vida no adora a Dios, tus labios tampoco lo hacen» —
A.W. Tozer.

33. “Dios siempre está haciendo un millón de cosas en tu vida y tú
solo estás al tanto de tres de ellas” — John Piper.

34. «El engaño fundamental de Satanás es la mentira de que la
obediencia jamás traerá felicidad» — R. C. Sproul

35. “Habrá tres consecuencias de la cercanía con Jesús: la
humildad, la felicidad y la santidad” — Charles Spurgeon.

36. “¡¿Qué?! ¿Llegar al cielo por tu propia fuerza? Pues, ¡tú
igual podrías tratar de escalar hasta la luna con una soga de arena!” — George
Whitefield.

37. “Aquellos que no pueden entregarse a sí mismos en las manos de
la misericordia de Dios, no pueden librarse de las manos de Su justicia”
—Matthew Henry

38. “La clave para vivir la vida resucitada es tener una vida
centrada en Cristo. El Hijo, y no el mundo presente, es el centro del universo
del creyente” — John MacArthur.

39. “Sé obediente, aun cuando no sepas a donde conducirte la
obediencia” — Sinclair Ferguson.

40. “He escuchado bastante acerca de la evolución y el desarrollo,
pero temo que si cualquiera de nosotros se desarrollara al máximo, aparte de la
gracia de Dios, terminaría peor que cuando el desarrollo empezó” — Charles
Spurgeon.

41. “El hombre que tiene a Dios por su posesión, tiene todo lo que
es necesario tener” — A.W. Tozer.

42. “El que no sirve a Dios en donde se encuentra, no servirá a
Dios en ninguna otra parte” — Charles Spurgeon.

43. “Si crees lo que te gusta del evangelio, pero rechazas lo que
no te gusta de él, no crees en el evangelio sino en ti” — Agustín.

44. “Jesús no murió para que nunca sufrieras. Él murió para que
cuando sufras, Dios use ese dolor para hacerte más como Jesús” — Tim Keller.

45. “Cuanto más del cielo haya en nosotros, menos de la tierra
codiciaremos” — Charles Spurgeon.

46. “Una de las tragedias actuales es cuando le hablas de santidad
a las personas, le temen más a la santidad que al pecado” — Leonard Ravenhill.

47. “El mensaje cristiano no es ‘límpiate a ti mismo y corre a
Dios’. No, el mensaje Cristiano es el evangelio – Corre a Dios y Él te hará
limpio”— Paul David Tripp.

48. «La Biblia no es antigua, no es moderna, es eterna». — Martín
Lutero.

49. “Ver tu propia ignorancia y ceguera es el primer paso hacia
tener el verdadero conocimiento” — Jonathan Edwards.

50. “Un vistazo rápido a la verdad sin meditar en ella no lleva
nada a la perfección; es como una gallina que deja su nido antes de tiempo;
nunca logra empollar sus polluelos” — Thomas Manton.

La protección divina: Una historia de fe y providencia

 «La protección divina», una conmovedora historia de fe y seguridad en tiempos de peligro. Este relato nos lleva a través del viaje de Diana, quien, confiando en la protección divina, enfrenta una situación de riesgo con valentía y fe.

En una noche de fiesta, Diana se quedó más tiempo del planeado y tuvo que regresar sola a su hogar. A pesar de vivir en una pequeña ciudad tranquila, a tan solo unas cuadras del lugar del evento, decidió pedir a Dios que la protegiera de todo peligro durante su trayecto.

Mientras caminaba bajo la sombra de los altos árboles, optó por tomar un atajo a través de un callejón solitario para llegar más rápido a casa. A mitad del camino, se percató de la presencia de un hombre de pie al final del pasaje, como si estuviera esperándola. Un escalofrío recorrió su cuerpo y, presa de la inquietud, comenzó a orar fervientemente por protección divina.

De repente, una sensación de paz y seguridad la envolvió, como si alguien invisible caminara a su lado, custodiándola. Con renovada confianza, pasó junto al extraño y arribó sana y salva a su hogar.

Al día siguiente, una noticia impactante apareció en el periódico local: una joven había sido brutalmente violada en el mismo callejón, apenas 20 minutos después de que Diana transitara por allí. Conmocionada y consciente de que pudo haber sido ella la víctima, rompió en llanto, agradeciendo a Dios por su amparo y providencia.

Decidida a ayudar a la joven agredida y confiando en su capacidad para reconocer al atacante, Diana acudió a la estación de policía para relatar su experiencia. Sin dudar, identificó al sospechoso entre varios hombres en una rueda de reconocimiento. Ante la evidencia, el acusado se derrumbó y confesó su crimen.

Agradecido por su valentía, el oficial a cargo le ofreció a Diana la oportunidad de hacer una pregunta al agresor. Intrigada, ella quiso saber por qué no la había atacado a ella la noche anterior. Cuando el policía transmitió la interrogante, el hombre respondió: «Porque no iba sola. Venía acompañada de dos hombres altos, uno a cada lado».

Conclusión:

Esta historia nos anima a fortalecer nuestra fe y a confiar en la protección divina. Nos recuerda que, en los momentos de mayor vulnerabilidad, no estamos solos; una fuerza mayor vela por nosotros, brindándonos amparo y guía.

 

No Son Accidentes Son Propósitos | 1 Pedro 5:10

Dios no comete errores y no hace nada sin un propósito. Ese reto que usted enfrenta, con seguridad obrará para su bien. Así que consuélese sabiendo que la mano de Dios está en esto.

«Y después de que hayáis sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que os llamó a su gloria eterna en Cristo, El mismo os perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá.» 1 Pedro 5.10

Dios utilizará todo. Sin importar lo que sea que usted esté enfrentando en estos momentos, puede estar seguro de que hay un propósito más elevado en ello.

David tal vez no haya sabido que luchar contra un oso o un león lo prepararía para enfrentar a Goliat.

Al ahuyentar de su rebaño a los depredadores con su honda, tal vez no se haya dado cuenta de cómo el Señor Todopoderoso estaba afinando y perfeccionando su puntería. Sin embargo, ninguno de aquellos incidentes fue por casualidad. Dios estaba obrando.

De la misma manera, eso que usted está atravesando hoy no es un accidente. Tal vez no perciba la obra instructiva, purificadora y refinadora de Dios en su vida, pero el Padre celestial ciertamente está obrando mediante sus circunstancias para restaurarle, afirmarle y fortalecerle.

Dios no comete errores y no hace nada sin un propósito. Ese reto que usted enfrenta, con seguridad obrará para su bien. Así que consuélese sabiendo que la mano de Dios está en esto, y agradézcale por ser su ayuda, esperanza y salvación.

Oración

Padre, gracias por estar conmigo en esta situación y obrar por medio de ella para perfeccionarme, confirmarme, establecerme y fortalecerme. Verdaderamente, eres bueno. Amén.

En su presencia… descubra el propósito de su prueba.

Charles Stanley

TESTIMONIO:

LUZ EN LOS LUGARES MÁS OSCUROS

Ji Ho escucha las palabras de Jesús en Corea del Norte con una pequeña radio secreta que le dejó su padre antes de ser arrestado Cuando abrí la puerta de nuestra casa ese día, escuché disparos y vi a un hombre con palas, excavando en el huerto. Había más hombres en nuestra casa, chillando a mi padre. No pude contenerme. Grité «¡Appa!» («¡Papá!», en coreano) y fui corriendo a la habitación. Vi a mi padre, acurrucado en una esquina, y corrí hacia él para abrazarlo. 

A medida que los agentes de seguridad del Estado lanzaban preguntas y acusaciones a mi padre, se volvió más obvio lo que estaban buscando y la razón por la que habían invadido nuestra casa. 

Querían saber si él tenía una radio. Y también querían saber acerca de su libro secreto.

Registraron la casa buscando ambos objetos. Sin embargo, nunca encontraron la radio; probablemente porque estaban demasiado aterrados como para tocar los retratos de los Amados Gobernantes, tal y como hay que llamarlos. Mi padre siempre encontró un poco gracioso que la radio, su vínculo ilegal con el mundo de afuera, estuviera escondida detrás de la imagen colgada en la pared de Kim Jong II. Él también sabía que la policía no se atrevería a tocarla. 

«En ese momento, supimos que nunca más volveríamos a vernos»

Pero, mientras excavaban afuera en nuestro pequeño huerto, encontraron el libro envuelto en un plástico. Uno de los policías entró adentro, sosteniendo el libro con aspecto triunfante. Él volcó de una patada nuestra mesita mientras nosotros nos encogíamos en una esquina, lanzando platos por doquier; y tiró el libro al suelo junto a los pies de mi padre. 

Mi padre y yo sollozamos. En ese momento, supimos que nunca más volveríamos a vernos. 

El hombre empujó a mi padre afuera. Les seguí tambaleándome, demasiado aturdido como para hacer algo más que llorar en silencio. La última vez que miré a mi padre fue a través de la puerta mientras la policía se lo llevaba lejos. 

La puerta se cerró de golpe, y me quedé completamente solo. 

Lecciones secretas de mi padre 

No sabía hacia donde se llevaban a mi padre. Y probablemente nunca lo sabré. Yo sabía que esta clase de desapariciones ocurrían; y sabía que tuve suerte de que no me llevaran a mí también. 

Pero lo que yo no entendía era el por qué se lo llevaron lejos. Yo conocía que la radio era peligrosa —mi padre había conseguido de alguna manera el pequeño transistor para poder averiguar noticias de afuera de Corea del Norte. Él quería saber si había algún lugar que tuviera comida; él pensó que en China a lo mejor tenían algo que ofrecer y que a lo mejor podría escabullirse para cruzar la frontera.  

Él tampoco estaba tan seguro si lo que nuestra estación de radio nos decía acerca del hambre de nuestro país era cierto. Muchas veces me quedaba despierto por la noche, escuchando programas de radio extranjeros por si nos daban nueva información para ayudarnos a sobrevivir. Él decía que merecía la pena el riesgo, incluso cuando ambos sabíamos que sería arrestado si alguien lo descubriese con ella. 

Pero no veía lo que había tan malo acerca del libro secreto de mi padre. A él le encantaba leerme historias y dichos sacados de este libro. «Un hombre sabio se sentó en la montaña y empezó a enseñar», mi padre me contó una noche. «Él dijo: “Cuándo la sal pierde su sabor, ¿para qué sirve?” La gente es como la sal. Si nosotros perdemos nuestra amabilidad hacia los demás, perdemos nuestra humanidad. Siempre mantén tu salinidad, Ji Ho*». Un mensaje sorprendente 

A medida que fui creciendo, el dolor de perder a mi padre se atenuó. Nunca desapareció, pero tenía preocupaciones más urgentes. Como encontrar comida y sobrevivir. 

Empecé a escuchar la radio para enterarme de las noticias del mundo de afuera, como mi padre solía hacer. Quizás había comida fuera de Corea del Norte. No sabía cómo llegaría hasta allí, pero si pudiese averiguarlo, quizás no me moriría de hambre como algunos de mis vecinos. 

También planté algunos vegetales en nuestro huerto. Aunque técnicamente sabía que esto no estaba permitido, a nadie le pareció importarle mucho desde que dejamos de recibir nuestra ración habitual de comida por nuestro trabajo desde hacía meses. 

Cuando entré en mis veinte, mi rutina nocturna giraba en torno al transistor y el huerto. Solía llegar a casa después de trabajar en la granja fuera de nuestro poblado, revisaba mi huerto, recogía algunas patatas o una col, y comía mi escasa cena mientras escuchaba la radio. Nunca escuché acerca de ninguna comida que pudiera acceder, pero había algo reconfortante en escuchar la radio como mi padre solía hacer muchas veces. 

Una noche, estaba sintonizando el transistor, buscando emisoras que nunca hubiese escuchado antes. Y encontré una emisora en coreano, pero lo que el hombre decía era diferente a cualquier programa estatal que hubiese escuchado. 

Casi derramo mi té. Esto es lo que solía decirme mi padre, casi palabra por palabra, tantos años atrás. Pero la radio dijo que alguien llamado Jesús dijo esto… ¿Quién era Jesús? ¿Era él el «maestro» que mi padre me explicaba? 

Descubriendo al Dios de mi padre 

Desde entonces, escuchaba esta emisora siempre que podía. Escuchaba otras cosas acerca de Jesús: «El hombre no vive de pan solamente»; «La paga del pecado es la muerte, pero el regalo de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús»; y la cosa más impresionante de todas, «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que entregó a su hijo unigénito, para que todo aquel que crea en él no se pierda más tenga vida eterna». 

La gente de la radio decía que eran cristianos. Yo crecí en la escuela escuchando que los misioneros occidentales raptaban a niños y mataban a gente. Pero la gente de la radio no parecía así.

A medida que escuchaba, cada vez estaba más y más convencida. Este Jesús era el gran maestro que mi padre intentaba explicarme. Jesús quería ser mi Señor y Salvador —y yo quería seguirle, de la misma manera en que mi padre lo hizo—. 

Empecé a pensar acerca de estas lecciones cada día. Miraba a un vecino que sabía que tenía hambre, y escuchaba las palabras de Jesús: «Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí». Llegaba a casa, agotada del trabajo en el campo, mi corazón estaba herido por la pérdida de mi padre, y me ponía a pensar en el poema que escuchaba en la radio: «El Señor es mi pastor, nada me faltará». 

Empecé a intentar orar como decía la persona de la radio; Él te ha dicho que puedes hablar con Dios en cualquier tiempo, y que Dios quiere escucharte, pensaba. Algunas veces, sentía que Dios escuchaba mis oraciones y que quería que yo supiera que Él estaba conmigo. 

Siguiendo a Jesús por primera vez 

A medida que continuaba aprendiendo acerca de Jesús, encontré que mi vida estaba cambiando en otros aspectos. Seguía teniendo hambre, pero empecé a compartir mi comida. Pensé en lo que Jesús dijo acerca de ser sal, y en lo que mi padre me enseñó sobre nunca perder mi salinidad. Sabía que podía dejar un poco de mi comida a mis vecinos que no tenían huerto. Esperaba que esto pudiese mostrarles de alguna forma que Jesús los amaba.  

Sabía que era peligroso contarle a alguien acerca de Jesús. Nuestros líderes no querían que adorásemos a algo o alguien aparte de ellos. Me di cuenta de que eso fue por lo que mi padre fue arrestado. Vieron que tenía un Señor más grande que nuestros líderes del país. 

Ahora soy cristiana, sirviendo al mismo Jesús que mi padre y la gente de la radio. Puede que sea la única cristiana en Corea del Norte. Pero tal vez puede que también otra gente escuché Ios programas de radio. Deseo que algún día pueda conocer a otro seguidor de Jesús. Seria impresionante compartir mi esperanza y fe con otra persona. 

De momento, seguiré escuchando la radio. Me ayuda a no sentirme tan sola. Continuaré aprendiendo más acerca de Jesús y de cómo puedo seguirlo más de cerca. 

«Nuestros líderes no quieren que adoremos a nadie más que a ellos»

Y continuaré siendo sal para la gente de mi alrededor. Tal y como mi padre me enseñó. 

(Fin del relato de Ji Ho) 

Una Vaca Tonta

Un pequeño pueblo de Oklahoma tenía un campo en sus afueras, y durante muchos, muchos años, una vaca pastaba en ese campo. Todas las mañanas, cuando la vaca quería tomar agua, se dirigía a un tanque de agua al lado del local de la empresa de agua del lugar. El tanque siempre estaba lleno.

Un día, hubo una gran tormenta. El agua inundó el valle, incluyendo el campo en el cual vivía la vaca. Ahora, el animal tendría que hacer un gran esfuerzo para llegar hasta el tanque de agua. Decidida a tomar su agua matutina, el animal chapoteó a través del barro. Le resultaba difícil avanzar, porque el agua tenía, por lo menos, treinta centímetros de alto en algunos lugares.

La vaca terminó atascándose en el barro un par de veces, pero no se detuvo. Luego de mucho esfuerzo, finalmente llegó al tanque de agua. Luego de beber agua, comenzó a caminar de regreso, en medio de centímetros de agua, para llegar hasta un lugar más seco.

Suena bastante tonto, ¿no es verdad? Tomarse todo ese trabajo, cuando sencillamente podría haber inclinado la cabeza y tomado agua en cualquier parte. Pero, eso muestra cuán poderosos pueden ser los hábitos.

El sabio rey Salomón escribió: “Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará”. En otras palabras, los hábitos que formamos en nuestra vida permanecen con nosotros durante mucho, mucho tiempo. Esa es la razón por la cual es importante desarrollar buenos hábitos, no malos. Pide hoy a Dios que te ayude a hacer lo correcto.

Testimonio: Escuché a Dios en mi habitación

 (Josué Barrios) «autor de Espiritual y conectado: Cómo usar y entender las redes sociales con sabiduría bíblica. También es el editor general del libro Líder de jóvenes: 12 marcas para impactar a las nuevas generaciones»

Creo en Jesús porque escuché a Dios en mi habitación. Me dijo quién soy realmente, quién es Él y cuán digno es de mi adoración. También me dijo para qué estoy aquí y cómo soy llamado a vivir en respuesta a su gracia. Su voz fue tan poderosa, que nada volvió a ser igual. Déjame contarte cómo fue.

Crecí en una familia que iba a la iglesia y tenía buenos valores. Sin embargo, no había ningún verdadero cristiano en casa. La falta de espiritualidad real se notaba con frecuencia en el hogar, aunque mis padres me amaban y buscaban lo mejor para mí. Con el tiempo, comencé a sentir insatisfacción con la vida y lo que yo creía que era el evangelio (en realidad era legalismo: «Pórtate bien para recibir bendiciones porque de alguna forma Jesús vino a morir para eso y punto»).

Esta insatisfacción creció cuando, durante mi adolescencia, noté que los círculos «evangélicos» a los que pertenecíamos estaban llenos de personas que decían creer algo, pero lo negaban con sus hechos. La mayoría de los «cristianos» a mi alrededor —a menudo los líderes en la iglesia— vivían igual que el resto del mundo. No había nada diferente en ellos. Así que empecé a ver la religión como una pérdida de tiempo.

Un alma insaciable

Entonces hice lo que muchos adolescentes hacen: me entregué al cinismo y hallé refugio en la música rock y metal, aprendiendo a tocar la guitarra eléctrica y haciendo amigos en entornos musicales. Siempre mantuve mi moralidad, por supuesto. De lo contrario, hubiese sido absurdo que yo criticara la falta de integridad en otros. Así que me portaba bien, mejor que muchos de los que seguían yendo a la iglesia. De esa forma buscaba justificarme y pensar que yo estaba bien con Dios.

Pero no lo estaba. Me importaba lo que otros pensaran de mí y vivía esclavo de sus opiniones. Nada saciaba mi vida: ni la música, ni mis amigos, ni el ser buen estudiante. Estaba extraviado, sin sentido de propósito. Además, el legalismo tenía raíces en mi corazón. Por eso me enojaba con Dios cuando las cosas no me salían como yo quería; creía que Él era egoísta al demandar que nos portemos bien para entonces poder ser generoso con nosotros.

Mis padres, alarmados al ver mi cinismo y amor por el rock, decidieron llevarme a una iglesia (aunque ellos habían dejado de ir a una por años). Los sábados me llevaban a la reunión de jóvenes de una congregación evangélica popular y me dejaban allí. Para mi sorpresa, las reuniones empezaron a gustarme debido a la música que tocaban. Pero luego empecé a interesarme por más que la música. Empecé a interesarme en Dios y desear servirle. Sin embargo, yo todavía necesitaba oír la voz del Señor y ser cambiado por Él.

Aunque esta iglesia no era lo que entiendo hoy que es una iglesia saludable, conocí a varias personas genuinas en la fe y apasionadas por Dios, diferente a los cristianos «de nombre» con los que estaba familiarizado. Poco a poco creció mi interés por leer la Biblia por mí mismo. Empecé a hacerlo en la soledad de mi habitación, por varias horas al día, buscando conocer qué decía realmente la Escritura. Allí ocurrió el milagro que necesitaba mi corazón. Escuché a Dios.

Jesús transforma corazones

El Señor me habló por medio de su Palabra y pude ver su gloria (2 Co 4:6). Comprendí que no podía vivir sin Él. Entendí que el evangelio verdadero es diferente al legalismo. Aunque hay mucha falsa religión en el mundo, sí existe un Dios dispuesto a saciar nuestros corazones. Él es un Dios de gracia que no espera a que seamos perfectos o nos portemos bien para darnos salvación, cambiar nuestras vidas y colmarnos de bendiciones. Aunque la hipocresía está presente en muchos círculos «cristianos», Jesús es real y sigue transformando corazones, llevándolos a vivir en verdad para Él. También entendí que la hipocresía de otros no es excusa para postergar arrepentirme de mis propios pecados y entregarme al Señor.

La voz de Dios me despertó de mi muerte espiritual a la realidad de su gracia y propósito soberano. Pude decir como Pedro: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna» (Jn 6:68). Así fui encontrado por Dios y hallé gozo verdadero al reconocer su amor. Todavía lucho con el pecado, pero quiero seguir conociendo al Señor, atesorándolo y predicando su Palabra por el resto de mi vida, pues ella todavía tiene poder para transformar corazones. Si Dios pudo hablarme en mi habitación para cambiar mi vida, su voz es capaz de salvar a cualquiera.

El tesoro escondido

En 1880, un médico alemán que trabajaba en Perú recibió el recado de que lo necesitaban en una familia que vivía en las montañas. La esposa de un uno de los indios peruanos estaba muy enferma y se temía por su vida.

El Dr. Kart Weiner fue llevado a la aldea de la mujer y allí usó todo su conocimiento médico para salvar su vida. Tan pronto como se estabilizó, el médico emprendió viaje de regreso al valle. El agradecido esposo le sirvió de guía a través de los pasos más difíciles.

Cuando llegaron a un estrecho saliente, el indio se apartó del camino. El Dr. Weiner lo siguió. Entraron en una abertura de la pared rocosa y cuando estuvieron de pie, el doctor miró a su alrededor lleno de asombro.

—¿Dónde estamos? —preguntó—. ¿En una mina de plata?

— Sí —respondió el indio—. En pago por haber salvado a mi esposa, llévese tanta plata como pueda.

Personajes Bíblicos: RaquelSé flexible, no te quiebresPersonajes Bíblicos: Rubén¿Qué harás con Jesús?La factura llega tarde o temprano

El doctor tomó un buen pedazo de mena de plata y, presa de la curiosidad, preguntó:

—¿En la aldea saben de la existencia de esta mina?

—No —respondió el indio—. La riqueza solo trae problemas. Quiero que mi gente sea feliz. Usted no podrá encontrar otra vez esta mina, por eso sé que con usted mi secreto está seguro.

Hasta el momento, la mina nunca ha sido encontrada. Pero el pedazo de mena del doctor está expuesto en el Museo de Historia Natural de Viena, en Austria.

El indio era un hombre sabio. Es agradable tener dinero suficiente para pagar las facturas, pero la riqueza no trae la felicidad. La felicidad es una actitud, no una cuenta de ahorros.

No me des pobreza ni riquezas, sino solo el pan de cada día. —Proverbios 30:8

No busques la manera de hacerte rico. Busca las oportunidades de disfrutar lo que ya tienes.

Por Renee Coffee

El Zorro y los Gansos | Historias Cortas para Reflexionar | 1 Corintios 10:12-13

Escapa del Pecado

AMY Y KYLE habían invitado a sus amigos a jugar el juego del zorro y los gansos. Los niños caminaron en la nieve para hacer la forma de una rueda muy grande con ocho rayos.

—Recuerden que el centro es la zona segura —Kyle dio las instrucciones—. Pero ustedes deben usar los rayos para escapar y llegar al centro. Al que el zorro agarre, ese será el nuevo zorro.

Bryan se ofreció como voluntario para ser el primer zorro. Los niños jugaron en la nieve hasta que llamaron a almorzar a Amy y a Kyle.

—Me pareció que ustedes se estaban divirtiendo mucho allá afuera —observó su madre—. Pero cada vez que miraba por la ventana, Bryan era el zorro.

Kyle se rió.

—La culpa de eso fue de Bryan. Siempre trataba de acercarse lo más posible al zorro antes de correr. Por eso es que siempre lo agarraban.

—Y nunca usaba las rutas de escape hasta que era demasiado tarde —agregó Amy.

—¿Saben?, en la vida, a veces nosotros también pasamos por alto las rutas de escape —dijo su mamá—.

Cuando enfrentamos tentaciones, podemos correr a Jesús para estar seguros. Pero si nos acercamos demasiado al pecado, nos atrapará.

—Como la vez que me senté con los muchachos mayores en el partido de baloncesto, aun cuando yo sabía que ellos siempre se meten en problemas? —dijo Amy.

—Es verdad —dijo su mamá—. Te podrías haber escapado si te hubieras sentado junto a tus amigos creyentes.

—Y como la vez que escuché algunos chistes malos en lugar de haberme alejado de allí —dijo Kyle.

—Sí —dijo su mamá con una sonrisa—. Si leemos la Palabra de Dios, oramos y seguimos los mandamientos de Dios, entenderemos el camino para escapar del pecado.

PARA REFLEXIONAR: ¿Corres para apartarte del pecado antes de involucrarte en algo malo? Deberías hacerlo. Pídele a Jesús que te ayude. Él te mostrará la forma de escapar del pecado. J. L. H.

Un hijo agradecido

Un hombre muy pobre pudo enviar a su hijo a la universidad. Cuando estaba por graduarse, el muchacho le escribió una carta a su padre pidiéndole que asistiera a la ceremonia. Pero él le dijo que no podía asistir porque solo tenía un traje, bastante viejo. El hijo le aseguró que lo del traje viejo no le importaba. Lo que quería era que estuviese él ahí.

Por fin, el señor hizo el viaje. El día de la entrega de diplomas, el joven entró al salón de actos con su padre, y le buscó uno de los mejores asientos. Grande fue la sorpresa del anciano cuando supo que su hijo era el mejor alumno de su promoción; y cuando el muchacho recibió el premio, descendió del escenario y delante de todo el público reunido besó a su padre y le dijo:

– Toma, papá; este premio es tuyo. Si no hubiese sido por ti, jamás lo hubiera recibido.

Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a si mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. Efesios 5:2

Como hijos de Dios debemos estar absolutamente agradecidos. Él es la fuente de todo: de la vida, el sustento, el consuelo y la fuerza física y espiritual. El entregó a su hijo Jesucristo para poder cargar con todos nuestros pecados otorgándonos su perdón y la vida eterna, por su gran amor hacia nosotros.

Cuántas veces nos hemos detenido un momento y hemos dejado un breve espacio para poder orar y no pedir nada, sino en una total entrega como agradecimiento por sus múltiples favores en nuestras vidas. Hoy es un buen momento para orar y agradecerle a nuestro Padre Celestial. No olvides también agradecer delante de los demás y testificar a otros de todas las bendiciones que él te da

¿Por qué siempre a mí?

 

¿Por qué siempre a mí?

¿Por qué los demás si y yo no?

¿Por qué ellos por un lado y yo por el otro?

¿Por qué me exigen mas a mí que a los demás?

¿Por qué mas corrección a mi y los demás viven como quieren?

Pues al ver esta foto pude comprender que: “siempre se golpea al más recto”.

La persona más recta es la persona más efectiva para el trabajo. Entonces no cuestioné más, no pregunté ¿por qué?, porque entendí que el más recto es quien puede realizar el trabajo en la obra así como ese clavo. Y que a los demás, que no se les golpea de la misma forma que a mi, es porque no vale la pena seguir golpeando a quien no quiere realizar el trabajo, y lo único que logrará es doblarse más.

Cuando hablo de “Golpear”, hablo de “Corregir”. Si te corrigen más que a los demás, y ves que los demás viven como quieran, es porque tú eres DIFERENTE y puedes alcanzar algo mayor en DIOS.

Autor: Billy Matos – Internet

De un tronco imperfecto a una obra de arte

Después de una fuerte tormenta, un árbol frondoso y centenario cedió y cayó quedando con las raíces de fuera, casi al instante un leñador que andaba cerca en el bosque llegó y comenzó a cortar la madera. Era tan grande el árbol que aquel leñador necesitó de la ayuda de sus compañeros.

Al final se logró obtener la mejor madera del árbol, solo la parte del tronco con las raíces quedo sobrando, el leñador decidió llevarlo a su casa, aunque le pareció que no serviría de mucho. Pasaron los días y aquel tronco estaba tirado, soportando el sol y la lluvia en las afueras de la casa. Un día pasó un hombre y vio aquel tronco, se acercó y le pregunto al leñador si podía vendérselo. El leñador le contestó: este tronco no me sirve para nada, se lo regalo, puede llevárselo.

En el momento aquel hombre pidió que le llevaran ese tronco a su casa y agradeció al leñador por el gentil regalo. El hombre era un importante escultor. Al tener aquel rústico tronco en su casa, comenzó a tallarlo y esculpirlo, tardó días y logró hacer una hermosa obra de arte que llegó a venderse a un precio impensable.

Él escultor vio más allá de lo que todos podían ver en aquel pedazo de madera, vio lo que podía llegar a ser después de transformarlo: una obra perfecta.

estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; Filipenses 1:6

En más de alguna ocasión hemos visto como los gobiernos o empresas comienzan a clasificar a las personas según su nivel económico, educativo y social y quizás nos hemos sentido excluidos o que no aplicamos a un nivel importante.

Personajes Bíblicos: JudáSé flexible, no te quiebresPersonajes Bíblicos: Rubén¿Qué harás con Jesús?Jesús visitó mi hogar

Tenemos que recordar que Dios ha visto en nosotros algo que nadie ha podido ver. Al enviar su hijo a dar su vida por nosotros nos mostró el verdadero valor que tenemos. Valemos la sangre del Hijo de Dios, él pagó en aquella cruz todo por nosotros y con su gracia nos sigue perfeccionando diariamente hasta hacer su mayor obra de arte en nuestras vidas.

Si quizás has vivido pensando que no vales nada y todos te han excluido, no olvides que Dios ha dado todo por ti y para él tú vales mucho. Él será fiel en perfeccionar su propósito en tu vida.

Una Guía Para El Viaje 

A Austin no le gustaban los tiempos devocionales familiares, pero sus padres pensaban que eran muy importantes.

—La Biblia es para ahora, mañana y para siem- pre —le dijo su mamá—. Del pasado aprendemos a no cometer los mismos errores que cometieron otras personas.

Su papá asintió.

—También aprendemos que Jesús, el Hijo de Dios, vivió en la tierra sin cometer ni un error.

Austin pensaba que la Biblia era aburrido.

—Habla de personas que vivieron hace miles de años —dijo él—. Ahora las cosas son diferentes.

Cuando su padre anunció que iba a viajar a Australia por asuntos de negocios, y que la fami- lia podía viajar con él, Austin se entusiasmó. Un día, él trajo a su casa un libro y mapas que le había

prestado su maestro.

—El señor Tucker ha viajado a Australia —dijo

Austin—. Él me habló sobre su viaje. Muchas cosas son distintas allá, así que me prestó esta guía de viaje. Habla acerca de cosas que puedes hacer y de otras que no debes hacer para tener un buen viaje.

—Eso es fantástico, Austin —le dijo su papá—, ¿pero no te vas a aburrir leyendo sobre todo eso?

—No me voy a aburrir —le respondió Austin—. Ayudó al señor Tucker y me ayudará a mí también para poder hacer las cosas correctas en ese país.

—Una guía de viaje es una buena idea —asin- tió papá—, pero puesto que nunca te mostraste interesado en leer la guía para tu viaje más impor- tante, me sorprende un poco que estés interesado en esta guía.

Austin miró fijamente a su padre.

—¿Qué viaje? —le preguntó—. ¿Qué guía? —Tu viaje a través de la vida —le respondió su padre—. La Biblia es el libro guía, y Dios, que es su autor, es el mejor guía para ese viaje.

Austin nunca se había dado cuenta de eso. —Tienes razón, papá —asintió Austin.

PARA REFLEXIONAR: ¿Estás tratando de viajar por la vida sin una guía? La Biblia está llena de instrucciones y de ayuda para ti. Tiene todo lo que necesitas saber para hacer un buen viaje a través de la vida.

Atrapados por el fuego

Un grupo de niños quedó atrapado en una escuela que se había prendido en llamas. Pocos lograron salir antes que el fuego cubriera por completo el edificio. Los niños, que estaban en el tercer piso del edificio, se encontraban asustados y atemorizados por la situación, decidieron buscar las ventanas como auxilio ante las llamas y el humo, a espera que los bomberos llegaran a tiempo.

El fuego avanzaba demasiado rápido y los bomberos no aparecían. Entonces un hombre alto y fuerte, al saber que uno de sus hijos estaba entre los atrapados decidió hacer algo. Se acercó lo más que pudo al edificio y pidió a los niños que saltaran uno a uno, que él los atraparía en sus brazos, pues no había otra forma de llegar hasta ellos. Los niños, con mucho valor comenzaron a saltar. El plan estaba funcionando muy bien, pero el último de los niños, atemorizado por la altura, se negó a saltar. Se trataba precisamente del hijo de aquel hombre. El padre, desesperado le gritaba que saltara, que nada le iba a pasar. El niño tenía dudas y no se decidía a saltar, pronto el fuego avanzó más, pero el pequeño no logró vencer el miedo y tristemente falleció entre las llamas. El temor que inundó su corazón le costó la vida. El dolor que sintió aquel padre es indescriptible.

…el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. 1 Timoteo 2:4

De la misma manera, nosotros estamos en un mundo prendido en llamas y pronto la destrucción abrasará por completo a esta tierra. Dios, como un padre amante, nos llama a saltar sin miedo hacia sus brazos de amor, para salvarnos de la muerte eterna. Pero al igual que el niño de la historia, muchas personas viven en la incertidumbre, el temor y la indecisión.

A menudo, la gente se preocupa por el qué dirán, y de esa forma se niegan a aceptar a Dios. Temen por las burlas, el rechazo o adquirir un compromiso que les obligue a dejar la falsa comodidad, los lujos o el pecado que hay en sus vidas.

Te pido hoy, que mires a tu alrededor, el mundo está colapsando y no hay más tiempo que perder. Dios te sigue esperando, deja de lado todo aquello que te impide entregarte a él y déjate caer en sus brazos, antes que sea demasiado tarde. ¿Aceptas el reto?

Los clavos en la puerta

Juan era un niño como todos, aparentemente con una vida normal, acorde a su edad, pero tenía un problema con su mal carácter. Sus padres habían notado la gravedad de ese problema.

Todos los días Juan se peleaba con sus hermanos, amigos, compañeros del colegio o cualquier otra persona que le rodeaba.

Una mañana su padre le entregó un paquete. Juan con inmensa curiosidad lo desenvolvió y se sorprendió mucho al ver el contenido de ese extraño regalo: Era una caja de clavos.

El padre lo miró fijamente y le dijo: Hijo te daré un consejo. Cada vez que pierdas el control de tu carácter y te enojes o contestes mal a alguien y discutas, clava uno de estos clavos en la puerta de tu habitación.

El niño obedeció las indicaciones de su padre. El primer día clavó más de 10 y pronto su puerta estaba casi llena de clavos.

Con el paso del tiempo, el niño fue aprendiendo a controlar su mal carácter, por consiguiente, la cantidad de clavos por día comenzó a ser menor. Juan descubrió que era más fácil controlar su temperamento que clavar los clavos. Finalmente llegó el día en que Juan ya no clavó ninguno, porque había aprendido a ser más tolerante con los demás. Ese día su padre orgulloso, le sugirió que hiciese lo contrario en la puerta, que por cada vez que pudiera controlar su mal carácter, sacase un clavo.

Los días transcurrieron y Juan logró quitar todos los clavos. El padre notó que el niño había aprendido muy bien la lección.

Entonces lo tomó de la mano y lo llevó hasta la puerta, y con mucha tranquilidad le dijo: Haz hecho bien, pero mira los agujeros que tiene la puerta, provocados por los clavos. La puerta nunca volverá a ser la misma.

Cuando dices cosas con enojo, dejas una cicatriz en las personas igual que en la puerta. Y no importa cuántas veces pidas perdón, las marcas muchas veces seguirán ahí. Una herida verbal puede ser incluso más dañina que una física.

También recuerda que los amigos son joyas muy escasas que llegan a tu vida. Debes conservarlos, cuidarlos, amarlos y no lastimarlos.

No te dejes llevar por el enojo que solo abriga el corazón del necio.  Eclesiastés 7:9 NVI

Todos tenemos malos momentos y a veces actuamos con enojo. Esa conducta nos puede llevar a decir cosas equivocadas, aún a aquellos con quienes tenemos mayor confianza, provocando daños verbales, sin medir las graves heridas que pueden provocar esas palabras. Eso puede alejar a los que nos rodean.

Hoy puedes acercarte a Dios y con sinceridad, orar y pedir que su perdón cubra tu vida y que te enseñe no solo a pedir perdón a los demás sino a amarlos y cuidarlos para evitar esos daños constantes y así mismo puedas perdonar a aquellos que te han herido.

Solo el perdón de Dios tiene el poder de sanar toda herida y quitar toda cicatriz del corazón, ese perdón sin igual que puede hacer una restauración total en tu forma de pensar y de actuar con los demás.

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